lunes, 1 de septiembre de 2025

Como esclavo y criminal, así reciben a los inmigrantes en USA

 

Como esclavo y criminal, así reciben a los inmigrantes en USA


The finger to the land of the chains                                                                                                   
What? the land of the free?                                                                                                            
Whoever told you that is your enemy!

                    R.A.T.M







Por Jhonny Estrada

Hace dos años Diego se desplazó como migrante hacia los Estados Unidos tras el sueño americano, junto con su esposa y otros familiares, entre ellos un menor de edad. Partieron de Medellín- Colombia huyendo de diferentes problemas, unos económicos y otros desencadenados por la violencia, con la ilusión de que en dicho país mejorarían sus condiciones de vida. Para costear su viaje, Diego tomó todos sus ahorros, además vendió el carro y la moto, y apostó todo a ese destino soñado. No obstante, aunque logró llegar y laborar allí por dos años, hace dos meses que retornó a Medellín por voluntad propia, evitando ser deportado y volver a vivir las experiencias deshumanizantes que son aplicadas a los migrantes, y de las cuales se sentía supremamente cansado. Aquí Diego nos cuenta su experiencia de migración hacia el país de destino y el retorno indirectamente forzado a su país de origen:

Yo no me fui por el Darién, por ahí se van los que no tienen plata. Yo me fui en un avión que hizo escala en Panamá y luego voló hasta México; cuando llegamos, como ya teníamos todo cuadrado con el contacto, nos encontramos con él y nos llevó al hotel. ¡Esa es una mafia muy brava! A uno le quitan toda la plata, la cédula, todos los papeles, y le van dando la plata que va necesitando. Allá en el hotel salí dos veces a comprar unas cosas a la calle, ahí mismo, el man que estaba en el hotel recibió una llamada de Estados Unidos, para que me dijera que no saliera tanto a la calle y menos de noche, porque me podían secuestrar.

Esos manes allá mantienen todo vigilado, uno no se da cuenta quienes son, pero saben todo lo que uno hace o deja de hacer, miran que uno no vaya a ser un policía. Luego nos dijeron, ¡vamos a sacar la plata que ya los vamos a pasar! Parce, llegaron unos carros a recogernos y cuando fuimos a retirar la plata, la que nos atendió nos preguntó, ¿dónde están? Respondimos, en tal hotel, en tal parte, ¿cuál es el código postal? y nosotros no lo sabíamos, entonces no nos quería entregar la plata. Una supervisora que había ahí vio a esos manes en los carros y le hicieron como una seña y ella toda asustada le dijo a la cajera ¡home, deje de preguntar tantas cosas y entrégale la plata a esa gente para que se vayan rápido! Imagínese el miedo que le tienen a esos manes.

Ahí les entregamos como 15 mil dólares entre mi pareja y yo, la cuñada y el niño y otro man. Entonces nos recogieron unas viejas en un carrito chiquito, no cabíamos, nos tocó acomodarnos unos encima de otros y hasta en el suelo. Arrancamos, cuando por allá un retén, preguntaron santo y seña y nos dejaron seguir… Usted se imagina cuánta plata mueve esa gente para asegurar el circuito… es mucha… Nos llevaron hasta Reinosa para de ahí llevarnos a Río Bravo, nos dijeron esperen aquí y comenzaron a llegar de a 20 migrantes que los iban trayendo esos manes; cuando ya había como 100 llegó un bus grande amarillo y nos montaron a todos. Nos llevaron a la orilla del río y nos comenzaron a pasar, al otro lado ya estaban los gringos esperándonos con policía y todo.

Cuando pasé, uno me dijo ¡Ven yo ayudar a ti! y claro, es que a ellos les dan plata por eso. Entonces nos hicieron botar todo, las maletas con la ropa y solo quedamos con lo que teníamos puesto y nos llevaron para una cárcel que llaman la nevera. Allí nos tomaron huellas digitales y separaron a los hombres de las mujeres; ahí estuvimos como 5 días, a mi compañera, a la cuñada y al niño los dejaron salir, les preguntaron quiénes los iban a recibir y que llamaran para que les compraran los tiquetes. A mí me esposaron de manos y pies y me llevaron a otra cárcel, allá no teníamos derecho nada, no podíamos bañarnos ni teníamos donde hacer las necesidades. Después me llevaron a otra cárcel y me dieron una tarjeta, un número y me dejaron llamar a los familiares que me iban a recibir para que compraran el tiquete de avión.

Una vez estuve libre en Estados Unidos, comencé a trabajar en un local de hamburguesas manejando la parrilla, trabajaba de 5 de la tarde a 5 o 6 de la mañana, ganaba mil dólares semanales. La gente cree que con eso a uno le da para enviar plata para Colombia; siempre me preguntan qué trajo home y no cuánto quedé debiendo. Me tocaba sacar 400 dólares semanales para comprar un carro que me costó 6 mil dólares, porque era necesario, los viajes eran muy largos en bus para llegar al sitio de trabajo, se demoraba casi 5 horas. Con el resto de plata pagaba arriendo y compraba la comida, allí todo es caro y por todo lo que compras te cobran un impuesto. Por el solo hecho de ser migrante me pagaban 15 dólares por hora, mientras a los ciudadanos norteamericanos les pagaban 45 dólares, y cuando uno iba a comprar en un supermercado las cajeras lo trataban como un criminal, tenían mucha rabia hacia los migrantes. Yo me decía: ¡Hp que estoy haciendo aquí! Acá son unas chandas”.

Yo había tenido que conseguir papeles falsos para poder trabajar y cuando Trump asumió la presidencia me asusté mucho, porque eso daba 10 años de cárcel. Cuando comenzó ese proceso de deportación a los migrantes me llamaron y me citaron con un juez. Era un puertorriqueño y yo le caí bien porque le gustaba mucho Colombia. Entonces me dijo: no te va a gustar lo que voy a hacer, y me puso un dispositivo en el pie con el que me podían ubicar donde estuviera (lo cuenta entre lágrimas); me dijo que podía esperar el proceso de deportación o irme por cuenta propia, pero entonces tenía que mostrarle los tiquetes comprados. Yo le dije que sí, que yo me iba. Cuando salí de ahí conseguí los tiquetes, se los mostré al juez y como a los 15 días me vine, porque si me deportaban se daban cuenta de los papeles falsos y hoy estuviera encanado. Hace 2 meses estoy en Medellín y aún estoy intentando vender el carro que dejé en Estados Unidos, pues de todo esto quedé debiendo 60 millones.

All of wich are American Dreams!

All of wich are American Dreams!

All of wich are American Dreams!

All of wich are American Dreams!


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