Por: Jhonny Estrada
Faltaban unos minutos para que cayera la noche y yo no sabía cómo llegar, pero un amigo me indicó el camino más fácil. Y es que el barrio Trinidad siempre me ha parecido tan laberintico, que pierdo la noción de la orientación y concibo el sur en el norte y viceversa. Quien sabe a qué se deba, pero pienso, que así como este barrio me hace caer en dicho conflicto de orientación, también es buena idea que existan horizontes sin una dirección preconcebida, quien quita que así se llegue a la utopía. Esto se me viene a la mente, porque la posibilidad de un mundo mejor se puede encontrar y coger con las manos, si bien no en todas las acciones individuales y colectivas, si en la oportunidad de hacer, en cada momento y en cualquier dirección, un mundo mejor.
Iba caminando a una cuadra de las canchas donde realizan el evento Barrio Antioquia Freestyle La liga del barrio,y se escuchaban ya los latidos de la música vaticinando la calidad del ambiente. Llegué a dicho parche y había dos canchas, una tenía las gradas llenas de espectadores que disfrutaban de un torneo de futbol; en la otra, igual de llena, esperaban los últimos preparatorios para comenzar el torneo de freestyle, actividad popularmente conocida como “Batalla de Gallos”. Esta consiste en la creación repentina de versos sobre un beat de Rap, buscando crear los más sofisticados, que puedan ponerse a un nivel de calidad y genialidad por encima de los versos del contrincante. Pero aquí no se califican solo los versos, sino también su encaje con el ritmo.
Después de un pequeño rodeo, mientras me dejaba sorprender por toda la actividad colectiva, la cual me traía un vestigio de cultura popular, me acerqué al fundador y uno de los encargados de este evento, el rapero Pipe Vega. Después de presentarme y contarle mi intensión, me recibió como a un parcero más, y amablemente se dispuso a contarme todo sobre el parche. Pipe Vega es uno de los MCs que en los 90s fue pionero de la escena Hip Hop de Medellín, por ende, cuenta con una reconocida y larga carrera en el Rap, posicionado ya como un referente.
Al llegar donde él, pude percatarme que habían acabado de partirle la torta y cantarle el cumpleaños a un chico de unos 10 años, el cual me cuenta Pipe es uno de los integrantes de la escuela de boxeo y se hace llamar Yulian como nombre boxístico, lo que explicaba porque otro chico mucho más corpulento, practicaba la potencia de sus puños con el profesor en la zona verde que teníamos cerca. Me comenta, entonces, que no solo realizan el proceso de freestyle, sino que también llevan el proceso de boxeo, intentando que todos los chicos y jóvenes encuentren actividades alternativas para desarrollar una vida distinta a la que parece destinarles el contexto social y los roles que los determinan a repetir las historias de violencia en los barrios.
Desviar la atención hacia el deporte y el arte, dice Pipe, es la intención. Pues estas son actividades que enseñan a los jóvenes la disciplina, la calma, el autocontrol y, además, les puede abrir otros horizontes para proyectarse a niveles profesionales. Confidencialmente, me pone como ejemplo a Sebastián, el chico corpulento que entrenaba en la zona verde, pues a este, que lleva 3 meses en la escuela de boxeo, sus padres lo regañaban porque no quería hacer nada, relacionando su falta de actividad con su peso corporal. Sin embargo, desde que está enfocado en este deporte, ha eliminado ya un poco más de 10 kilos. A simple vista esto no es nada del otro mundo, pero lo cierto es que no alcanzamos a dimensionar la gran potencialidad que la incidencia de los espacios colectivos abiertos a la comunidad tienen para motivar una vida, para hacerla soñar un mundo nuevo que se puede realizar con nuestra propia acción.
Barrio Antioquia Freestyle, la liga del barrio, comenta Pipe, se fundó hace dos años y parte de su incidencia es que ha favorecido el sector en términos comerciales, pues todos los vecinos se congregan en torno a las actividades, y los que tienen negocios, chuzos, emprendimientos, sacan sus ventas a la cancha. Me dice que el parche es para todos y que es gratificante que el crecimiento del evento aporte a la trasformación de la comunidad. Por ejemplo, el hospital geriátrico, que queda justo al lado de la cancha donde hacen el evento, ha sido tenido en cuenta por los patrocinadores, los cuales, periódicamente, llevan ropa, mercados, implementos de aseo y música a los habitantes del hospital.
Una vez comenzó el evento, lo que más sorprendió mi sentido de posibilidades fue el participante estrella de las batallas de La liga del barrio. Un afro con gran talento y una energía magnética, que tiene por nombre artístico: Rarograund. Según cuenta Pipe, es un habitante de calle, consumidor de bazuco, y que ha recorrido otras drogas que lo han llevado a su condición; pero, al fin y al cabo, un participante habitual de las batallas en la liga. Experimenté lo transgresor que fue que aquel Raper callejero fuera aclamado por el público a todo pulmón para que cumpliera su primera batalla, mientras él salía de darle unos pipazos de algún cambuche que solo él conoce. Pero con razón, es que su maestría en el verso me hacía verlo como un Diógenes del Rap, como un cínico parresiasta, que rapeaba y respondía sus contiendas exhibiendo con coraje una verdad que todos conocen, pero una verdad que él hace suya en carne propia: lo absurdo e irracional del mundo en el que vivimos, la mentira del orden establecido. Uno que arroja afuera de su sistema a algunas particularidades que no están en su función.
Por cierto, no habrá que olvidar la idea disruptiva y política que los organizadores tienen del evento, y es que este se realiza cada miércoles, abriendo un espacio artístico a toda la ciudad en la mitad de la semana. Es la oportunidad para muchos de salir de la rutina laboral y los ritmos industriales que, por su velocidad, no deja tiempo para el arte.
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