Por: Jhonny Estrada
“De todo elemento el hombre es un creador”
(Víctor Jara)
Entre los caseríos de los ninguneados, cubiertos por el anonimato en medio de las masas homogéneas, viven laboriosos escritores que intentan pintar con palabras mundos mejores, enseñanzas y esperanzas, que incluso se convierten en un motor para sí mismos. Las palabras, creadoras de mundo, devienen también como horizontes donde la utopía tiene posibilidad. Qué bueno es saber que en los barrios de la ciudad demoledora que es Medellín, absorbida por el pragmatismo de la ganancia, existen soñadores que, lejos de algún nexo con lo académico, dedican parte de su actividad a la creación literaria.
En esta sociedad, cristalizada y pasiva de los humanos cansados, escriben sin importar los límites de sus condiciones materiales, demostrando que dicha creación no es solo una actividad de burgueses. Escritores, que pasan desapercibidos tras la cara de cualquier proletario y puede ser alguien comiendo empanadas en la esquina de un barrio pobre, el trabajador que pasa de vuelta a su hogar cargando una pesada maleta, o, un caddie, que baja de la ladera y contrasta en un espacio donde solo escriben números.
Este es el caso de Cisco o el Cocis, compañero de trabajo, quien es un experto gozando de jugar con las palabras. A veces, llega saludando ¡entonces que chachomus! Y de vez en cuando nos canta una canción al revés. El, hace algunos años, viene escribiendo cuentos y poemas, no con la intención de ser famoso, sino inmerso en la pasión de crear y entregar un mensaje. Su nombre es Francisco Javier Gutiérrez Restrepo, nació en Medellín el 29 de mayo de 1964, tiene 60 años y ha vivido toda su vida en Belén Rincón.
Comenta que cuando nació el sector aun tenía las calles de barro y no estaba tan habitado: “Crecí en una época donde se vivía tranquilo, los muchachos éramos muy ceñidos a las reglas del hogar, entonces a las 6 pm nos entrábamos para la casa como regla principal. Ya a las 7 se veía muy poquita gente en la calle, además porque todo era oscuro y no había electricidad, ni lámparas de alumbrado público. Por eso nos daba miedo también, porque los papás a uno le contaban historias, de la pata sola, la madre monte, la mano peluda, el cura sin cabeza”.
Cisco ha conformado su familia habitando el sector La Capilla, del mismo barrio, y comenta que apenas hace más o menos 7 años comenzó el hábito de la escritura. Dice: “En mi juventud yo no escribía poesías, pero era muy enamorado y conquistaba las peladas escribiéndoles cartas de amor. Ya esto de escribir poesías y cuentos empecé después, siendo una persona casada, con hijos… y todo comenzó, en una época donde me sentía vacío y decidí conocer más profundamente de Dios. Ahí fue que me di cuenta que podía escribir, y comencé principalmente escribiendo canciones netamente inspiradas en él, porque Dios me enseñó el verdadero amor. Él me regaló entre 40 y 50 canciones todas inspiradas en una buena enseñanza, al igual que mis cuentos y mis poemas están inspirados en las cosas de Dios, en la mujer, en mi madre”.
Sin embargo, Cisco no solo ha creado en sentido literario, también ha trabajado por un mejor mundo dentro de su comunidad. El, que fue reconocido en el barrio por ser un buen futbolista, creó una escuela de fútbol en la que fue instructor muchos años. “Cree una escuela, un club deportivo acá en La Capilla, estuve sirviendo como instructor a los niños y jóvenes de 5 a 18 años, llegamos a tener más de 200 integrantes. Con ellos teníamos una actividad donde no todo era fútbol, sino que también les mostrábamos películas, documentales, les traíamos expositores, pues no buscábamos que solo fueran futbolistas, sino que, ante todo, fueran buenas personas”.
El objetivo de la obra literaria de Cisco es que llegue a muchos corazones el mensaje que ella contiene. “Me he presentado en muchas convocatorias y concursos para publicación, tengo un libro de cuentos que se llama Milagros Divinos basado en la experiencia de milagros a través de personas, ahí tengo cuentos cortos y cuentos largos con los que podrían hacer una película, tales como: El Paraíso es Real, Yo También Estuve Allí, Amigos por Siempre, Guarden su Corazón, o poesías como El Ángel que Siempre Tuve dedicado a mi madre, porque me di cuenta que a las personas y sobre todo a la madre hay que apreciarla y quererla en vida, porque… ¿Para qué cosas después de uno estar muerto? Pronto la voy a hacer pública, espero que les guste, tiene unos versos muy bonitos”.
Cisco difunde su obra por Tik Tok, donde lo pueden encontrar como “Cocis20” y allí sus cuentos y poemas. Su seudónimo es así, porque aparte de escribir cosas bonitas también le gusta hablar al revés, que es algo que aprendió en el barrio, como parte de un argot callejero. “Por eso he aprendido varias canciones que las puedo cantar al revés. Pero… yo me lo tomo como parte de un juego”. A propósito, en la obra de Cocis puedes encontrar cuentos que no tienen que ver directamente con Dios, tales como Hay Amá Como Te Quería mi Apá, que está inspirado más en situaciones de la vida cotidiana en el barrio, en lo que pasa en la calle. Así pues, tenemos un personaje que se apoya en la palabra para crear el mundo que acompaña sus acciones; pero, además, resulta interesante reflexionar en torno a apreciar la madre en vida y contrastarlo con la relación con Dios y su cuento El paraíso es Real, pues quizás más que una posibilidad, se pueda vislumbrar la necesidad de hacer el paraíso en la tierra.
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