Por Juan Pablo Pinillos
Un círculo cromático nutrido de colores, entre ellos un color neutro: negro. Como la oscuridad, los cuervos, un hoyo profundo, la nada y como el universo. ¿Y si en realidad todo es negro y solo son los rayos del Sol los que pintan la realidad? Sería incrédulo pensar eso, las córneas de nuestros ojos no son un instrumento fiable para percibir la anhelada realidad, hay cientos de colores que nunca hemos visto y probablemente ni veremos. No ver la realidad ni con nuestros propios ojos... En ese orden de ideas, el color negro y en general todos los colores, no son más que una perspectiva subjetiva fácilmente refutable, que hace visible y material solo una pequeña parte del universo de colores que existen y no tenemos acceso.
Un círculo cromático nutrido de colores, entre ellos un color neutro: negro. Como las cruces negras que la gente tiene marcadas en su frente, hoy miércoles de ceniza del 2025 y que son, en esencia, un símbolo.
Siluetas rectas trazan los límites de unas formas regulares, son las figuras geométricas y lo implícito que dichas formas encierran, entre ellas el transformador de dimensiones: la línea. Como el horizonte y como el destello de una estrella fugaz, un segmento puede ser el firmamento sobre el que una galaxia de figuras vuela para escapar de la efímera existencia. Un círculo cromático nutrido de colores y un campo de visiones repleto de figuras; colores y líneas. Líneas curvas como los rieles del tren sobre el que me transporto, que se mueven a un lado y al otro conforme el metro flanquea el Valle de Aburrá con un sonido más eléctrico que mecánico, en cuyos vagones las voces y los susurros de los pasajeros trazan el halo de la sociedad, muchos de ellos con un par de líneas en sus frentes. Un círculo cromático repleto de colores, un campo de visiones repleto de figuras y en las frentes de los pasajeros cruces de ceniza que son, en esencia, un símbolo. ¿Qué es un símbolo? Colores y líneas.
¿En dónde finalizan los colores y líneas para dar inicio al símbolo? ¿Son los símbolos lo que significaron primeramente o el significado que les da el contexto sociohistórico? ¿Son los símbolos un código para transmitir información de una manera tan dinámica, tal como un lenguaje lo es a una sociedad? ¿Son los símbolos evolutivos o adaptativos? Los colores y líneas pasan a ser un símbolo en el momento en que en la mente de un individuo surge la creatividad para ver más allá de lo que los ojos pueden ver, el momento en que de una imagen germina el imaginario y un significado se manifiesta de manera inherente al símbolo, de la misma manera en que la calma transmite la quietud. Aún así, el mero hecho de que un individuo cree un símbolo no lo hace automáticamente perceptible y entendible al resto de individuos de una sociedad, ya que personaje A puede crear un símbolo, pero al momento en que personaje B interactúe con dicho símbolo, puede no entenderlo y restarle importancia o incluso ni reconocerlo e ignorar completamente su existencia. Sin embargo, que un símbolo no tenga validez por parte de una sociedad no desmerita su existencia. El símbolo tiene su inicio en la visión del individuo, donde el imaginario es inspirado por una serie de colores y líneas que le dan vida al concepto hecho figura, con tanta validez, en cuanto a materialización en la realidad, como el mismo individuo en donde todo este proceso creativo y cognitivo se desarrolla.
Si bien la existencia de un símbolo es tan válida como la misma persona de quien surge el símbolo, el hecho de que dicha figura se mantenga en el tiempo sin sufrir ninguna transfiguración depende de muchos factores que pueden sobrepasar incluso las capacidades de control del mismo creador. La adaptación de un símbolo es clave en la fase de vida del mismo, puesto que definirá si dicha figura puede llegar a representar todo un manifestar colectivo o quedarse simplemente como una figura representativa de un pensamiento metafórico en la mente del individuo.
La adaptación de una figura simbólica podría depender de diversos factores, pero principalmente se puede encauzar en dos: el contexto histórico-cultural y la manera en que se tenga un acercamiento con lo que representa el imaginario colectivo desde el aspecto de diseño y visuales. Habrá contextos histórico-culturales donde el símbolo surja orgánicamente entre el latir colectivo, habrá otros donde se adapte una figura ya existente o se le resignifique y habrá otros donde sea una imposición artificial contraria al designio y la voluntad propia. Un símbolo adherible al contexto colectivo tiene una buena recepción y una posible futura buena adaptación, dependiendo ciertamente de cómo se haya tenido el acercamiento desde el aspecto de, al fin y al cabo, qué tan estético y útil es el símbolo. Se entiende útil, en el contexto del símbolo, aquella figura que satisfaga unas necesidades estrictamente específicas, como por ejemplo un signo de rebeldía en el contexto de una sociedad reprimida bajo un régimen autoritario que necesita expresar un mensaje de manera masiva pero camuflada. En resumen, la adaptación colectiva sobre una figura simbólica radica en el entorno donde surge dicho símbolo y la manera en que la colectividad tenga acercamiento a dicho símbolo, generando un vínculo y en últimas un significado inherente a este.
Al fin y al cabo, los símbolos son un medio más para transmitir información como lo es el mismo lenguaje, con la característica singular de que el código usado en el símbolo son figuras visuales y no fonemas, pero cuyo mensaje puede traspasar incluso las leyes de la física del sonido y los significados de lo hablado. El lenguaje es una entidad viva que no es estática y que tiene tantos dinamismos y cambios, como sus hablantes al habitar una civilización tan afanada y globalizada, puedan llegar a tener. El mismo lenguaje castellano se ha adaptado conforme se iba expandiendo y adquiría cada vez más hablantes, teniendo en consecuencia mutaciones en el mismo debido al nuevo contexto histórico-cultural de los nuevos hablantes y otros factores lingüísticos como las variables geográficas y su impacto en la fonética.
El símbolo, al igual que otras formas de comunicar, es un ente que evoluciona a partir delas modificaciones que una población hace a esta entidad, en base al contexto histórico-cultural con el que la población se adapte, otorgando un uso y un significado inherente propio, arraigado a la colectividad y cultura local.
Si bien es cierto que el símbolo puede llegar a ser la encarnación del concepto de la colectividad, de igual manera la simbología ha sido una de las vías por las cuales el odio de la humanidad se ha destilado para converger en otros contextos histórico-culturales donde se justifican accionares brutal y despiadadamente inhumanos. En este tipo de contextos histórico-culturales las figuras representan una figura sobre la cual señalar, desde moralmente hasta militarmente, a otro individuo o incluso una sociedad completa, por motivos tan diversos como la etnia, religión o posición social del grupo reprimido frente al grupo opresor. Lastimosamente en estos escenarios los principios del símbolo también son aplicados, incluso de una manera meticulosamente organizada y enfocada, debido a que se suprime la colectividad y un ente central gestiona "más eficientemente" los aparatos del poder y control de las instituciones necesarias, para ejercer a favor de los intereses únicamente de aquel ente centralizado, en ocasiones en forma de "gobierno" totalitarista o en forma de un poderoso conglomerado empresarial. Son estos dos últimos quienes modifican el símbolo a partir de las adaptaciones que hagan para controlar y manipular el colectivo, con el fin de controlar la narrativa. Dicen que los ganadores escriben la historia, pero realmente es el escriba y el dueño del tintero.
En conclusión.
Los individuos y sociedades en su naturaleza de comunicarse han desarrollado y usado diferentes formas de expresión, formas de expresión que al emplearse evolucionan a partir de las adaptaciones que individuos y sociedades aplican según su contexto. Paralelo a otros métodos de comunicación como el lenguaje, el símbolo ha surgido como materialización del imaginario individual o colectivo para no solo representar, sino también encausar, una idea, pensamiento, acción, significante o filosofía sin el uso de una sola palabra. La materialización del concepto del símbolo puede aplicarse en tantos ámbitos como se necesite, que puede llegar a cruzar los límites de lo moral o lo bello y ser el caldo de cultivo de un movimiento colectivo, que traspasa las fronteras, los lenguajes y el tiempo.
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