Por: Jhonny Estrada
Rarograund: Foto tomada por Jhonny Estrada
Por obvias razones, él no tiene celular, tampoco vive en una casa donde puedas buscarlo, pero aun así salí a su encuentro; es decir, me trace un trayecto (a ver si me lo encontraba), desde la Avenida 80 con la Cl. 65, hasta las canchas donde Realizan Barrio Antioquia fresstyle, en el barrio Trinidad. Lo había buscado con atención mientras caminaba, pero como no recordaba su rostro, solo podría reconocerlo por su energía particularmente rapa que ya había percibido una vez.
Llegué a las canchas desesperado por no haberlo hallado en el camino y sin saber qué hacer, pregunté a la primera persona que estuvo a mi lado. ¿Conoces a Rarograund? Responde: claro ¿quién no? Entonces le pregunto si sabe dónde lo puedo encontrar. Él se parcha por allí, (señala) al fondo a la izquierda detrás del árbol grande en los parques. Decidí a ir primero a buscar una cerveza para soportar el severo sol mientras subía al lugar que me habían señalado y, en el camino, me lo encontré. Estaba en el andén, dormido profundamente en el incómodo colchón que es la realidad y lo áspero del cemento. Por tanto, con pola en mano, me senté a esperar a que despertara de las infernales locuras en las nubes de su edén.
Una vez se levantó de allí, lo saludé y le recordé que un día hablé con él para que me permitiera una entrevista, entonces me recibió amablemente y nos sentamos en el andén de en frente. Su nombre es Juan David Baloyes Mosquera y tiene 30 años, más conocido como Rarograund, un afro con un talento forjado en la adversidad, habitante de calle y habitual participante de las batallas de freestyle en el barrio Antioquia. Cuenta que nació en Medellín el 20 de febrero del 94, en la casa donde vivían, en Belén Zafra, y allí se crio hasta los 10 años. Pues, desde entonces, su familia se estuvo mudando por diferentes barrios de la ciudad.
En una mezcla de nostalgia y alegría, comienza a comentar: yo toda mi infancia, nea, estudié música en la escuela del barrio Santafé, desde los 6 años, y estando en la red de bandas aprendí a tocar la Viola. El Rap lo conocí a temprana edad, pero no entendía bien sus términos ni sus fundamentos. Recuerdo que mi tía, que llego de Brasil, me trajo dos CDs ¡originales gonorr#@! De todos los hits de esa época en el Hip Hop. Entonces ahí estaban temas como: Where Is The Love? Y otros de Snoop y Dr. Dre. Estaban muy chimbas y se los detallé a un parcerito que manejaba bus cuando vivimos en Buenos Aires Quinta Linda. Por allá conocí raperos más adultos que me daban bases. Yo tenía como 13 años y estudiaba en el INEM y entonces, con otros compañeros del colegio, conformamos un grupo y comencé a rapear, también bailábamos break dance, fue la primera vez que empecé a crear música.
Raro creció en una familia que practica el taoísmo, pero no el oriental sino el de Suramérica, fundado por el maestro Kelium Zeus. Dice: mi mamá y sus hermanos desde muy jóvenes comenzaron a cambiar el estilo de vida, a entrenar y estudiar la ciencia del esoterismo, por lo que yo nací en eso siendo vegetariano. Entonces estas músicas… que son músicas infernales decía el maestro… paila yo sentía mucho temor de ser rapero.
De todas formas, me gustaban mucho los conciertos de Rap que hacían gratis cada ocho días por toda la ciudad. A todos íbamos, que el HIP 6, que Revolución sin Muertos, que el Undergrano, que el Altavoz. Desde Caldas a Copacabana, en alguna parte había un evento de Rap. Pero en una de esas, tuve una sobredosis de sustancias, yo estaba muy pequeño, tenía 15 años. Entonces, por eso dejé la música y me fui para el templo del maestro, porque el Tao era mi religión y yo desde niño seguía los pasos, así que estuve por allá 6 años. Aunque pa’ qué, por allá escribí como 4 canciones sobre las conexiones que iba sintiendo.
Cuando Raro volvió de allí, retomo su vida, trabajaba, tenía su moto y ayudaba económicamente en su casa. Sin embargo, tuvo otro descontrol con las sustancias y comenzó a fumar otras cosas. Dice: me desbordó el perico y empecé a fumar bazuco porque ya no me gustaba como me estaban ardiendo las fosas, consumía a pesar del miedo que me daba, porque recordaba a un tío mío que era consumidor y fue muy problemático para la familia ¡yo lo quería mucho! Mi mamá, al ver que ya solo quería estar en la calle consumiendo, me echó de la casa. Entonces ya hace 6 años vivo en la calle; mi mamá quiere que deje las drogas… pero yo siento que todavía hay mucha estigmatización con ellas. Eso afecta, porque si hubiera mejores herramientas quizá habría más drogos funcionales; yo, a pesar de la adicción, me considero de muy buen comportamiento, soy trabajador mientras puedo y consumo por mi propio “criterio”.
Continua: “volví al Rap hace dos años, cuando empezó la liga Barrio Antioquia Fresstyle y me he sentido muy acogido por la comunidad, he logrado mucha conexión con la gente. Yo busco también una conexión con la madre coca, como los indígenas Arhuacos, y aunque estas sustancias tengan muy poca, donde este la coca ahí soy feliz y quiero estar”. Pero ante este romance Rarograund reflexiona y dice: “Mi adicción y mi cuerpo, como esta hoy, es el resultado del desamor y el autorrechazo, de proyecciones de suicidio y concepciones negativas que se convierten en hábito”. Raro ahora, con los parceros de la liga, ha sentido nuevamente una familia y una hermandad, potenciando sus posibilidades de vida.
Rarograund no es solo un habitante de calle, estereotipado como delincuente, sino más bien un artista entre la dificultad y la secuela. Él se toma el andén de colchón para atravesar el sol después de la juerga nocturna, y, cuando se despierta, hay locos a su lado queriendo escribir su cuento. Y luego, como surgido de la nada, pasan taxis con amigos suyos diciéndole: ¡Raro! ¡Vamos para Buenos Aires a la batalla de la tienda del freestyle! Él responde: ¡No mano, estoy muy gamín! Y su amigo le responde: ah, listo mano, entonces voy a pasar todos los días por usted hasta que quiera gonorr#@! Entonces a la utopía le late fuerte el corazón.
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