sábado, 22 de febrero de 2025

Estilo libre y utopía en todas las direcciones

 

Por: Jhonny Estrada

Faltaban unos minutos para que cayera la noche y yo no sabía cómo llegar, pero un amigo me indicó el camino más fácil. Y es que el barrio Trinidad siempre me ha parecido tan laberintico, que pierdo la noción de la orientación y concibo el sur en el norte y viceversa. Quien sabe a qué se deba, pero pienso, que así como este barrio me hace caer en dicho conflicto de orientación, también es buena idea que existan horizontes sin una dirección preconcebida, quien quita que así se llegue a la utopía. Esto se me viene a la mente, porque la posibilidad de un mundo mejor se puede encontrar y coger con las manos, si bien no en todas las acciones individuales y colectivas, si en la oportunidad de hacer, en cada momento y en cualquier dirección, un mundo mejor.

Iba caminando a una cuadra de las canchas donde realizan el evento Barrio Antioquia Freestyle La liga del barrio,y se escuchaban ya los latidos de la música vaticinando la calidad del ambiente. Llegué a dicho parche y había dos canchas, una tenía las gradas llenas de espectadores que disfrutaban de un torneo de futbol; en la otra, igual de llena, esperaban los últimos preparatorios para comenzar el torneo de freestyle, actividad popularmente conocida como “Batalla de Gallos”. Esta consiste en la creación repentina de versos sobre un beat de Rap, buscando crear los más sofisticados, que puedan ponerse a un nivel de calidad y genialidad por encima de los versos del contrincante. Pero aquí no se califican solo los versos, sino también su encaje con el ritmo.

Después de un pequeño rodeo, mientras me dejaba sorprender por toda la actividad colectiva, la cual me traía un vestigio de cultura popular, me acerqué al fundador y uno de los encargados de este evento, el rapero Pipe Vega. Después de presentarme y contarle mi intensión, me recibió como a un parcero más, y amablemente se dispuso a contarme todo sobre el parche. Pipe Vega es uno de los MCs que en los 90s fue pionero de la escena Hip Hop de Medellín, por ende, cuenta con una reconocida y larga carrera en el Rap, posicionado ya como un referente.

Al llegar donde él, pude percatarme que habían acabado de partirle la torta y cantarle el cumpleaños a un chico de unos 10 años, el cual me cuenta Pipe es uno de los integrantes de la escuela de boxeo y se hace llamar Yulian como nombre boxístico, lo que explicaba porque otro chico mucho más corpulento, practicaba la potencia de sus puños con el profesor en la zona verde que teníamos cerca. Me comenta, entonces, que no solo realizan el proceso de freestyle, sino que también llevan el proceso de boxeo, intentando que todos los chicos y jóvenes encuentren actividades alternativas para desarrollar una vida distinta a la que parece destinarles el contexto social y los roles que los determinan a repetir las historias de violencia en los barrios.

Desviar la atención hacia el deporte y el arte, dice Pipe, es la intención. Pues estas son actividades que enseñan a los jóvenes la disciplina, la calma, el autocontrol y, además, les puede abrir otros horizontes para proyectarse a niveles profesionales. Confidencialmente, me pone como ejemplo a Sebastián, el chico corpulento que entrenaba en la zona verde, pues a este, que lleva 3 meses en la escuela de boxeo, sus padres lo regañaban porque no quería hacer nada, relacionando su falta de actividad con su peso corporal. Sin embargo, desde que está enfocado en este deporte, ha eliminado ya un poco más de 10 kilos. A simple vista esto no es nada del otro mundo, pero lo cierto es que no alcanzamos a dimensionar la gran potencialidad que la incidencia de los espacios colectivos abiertos a la comunidad tienen para motivar una vida, para hacerla soñar un mundo nuevo que se puede realizar con nuestra propia acción.

Barrio Antioquia Freestyle, la liga del barrio, comenta Pipe, se fundó hace dos años y parte de su incidencia es que ha favorecido el sector en términos comerciales, pues todos los vecinos se congregan en torno a las actividades, y los que tienen negocios, chuzos, emprendimientos, sacan sus ventas a la cancha. Me dice que el parche es para todos y que es gratificante que el crecimiento del evento aporte a la trasformación de la comunidad. Por ejemplo, el hospital geriátrico, que queda justo al lado de la cancha donde hacen el evento, ha sido tenido en cuenta por los patrocinadores, los cuales, periódicamente, llevan ropa, mercados, implementos de aseo y música a los habitantes del hospital.

Una vez comenzó el evento, lo que más sorprendió mi sentido de posibilidades fue el participante estrella de las batallas de La liga del barrio. Un afro con gran talento y una energía magnética, que tiene por nombre artístico: Rarograund. Según cuenta Pipe, es un habitante de calle, consumidor de bazuco, y que ha recorrido otras drogas que lo han llevado a su condición; pero, al fin y al cabo, un participante habitual de las batallas en la liga. Experimenté lo transgresor que fue que aquel Raper callejero fuera aclamado por el público a todo pulmón para que cumpliera su primera batalla, mientras él salía de darle unos pipazos de algún cambuche que solo él conoce. Pero con razón, es que su maestría en el verso me hacía verlo como un Diógenes del Rap, como un cínico parresiasta, que rapeaba y respondía sus contiendas exhibiendo con coraje una verdad que todos conocen, pero una verdad que él hace suya en carne propia: lo absurdo e irracional del mundo en el que vivimos, la mentira del orden establecido. Uno que arroja afuera de su sistema a algunas particularidades que no están en su función.

Por cierto, no habrá que olvidar la idea disruptiva y política que los organizadores tienen del evento, y es que este se realiza cada miércoles, abriendo un espacio artístico a toda la ciudad en la mitad de la semana. Es la oportunidad para muchos de salir de la rutina laboral y los ritmos industriales que, por su velocidad, no deja tiempo para el arte.

martes, 18 de febrero de 2025

La Nueva Canción Latinoamericana, Filosofía, Historia y Sensibilidad en la Música.


Por: JuanFer

Cristian Camilo Hurtado Blandón nació en Fredonia, Antioquia, 1994. Es docente de Ciencias Sociales en la Institución Educativa Rodrigo Arenas Betancourt de Robledo. Licenciado en Filosofía y magíster cum laude en Investigación Musical, su trayectoria profesional se ha centrado en la filosofía de la música, explorando cómo la Nueva Canción Latinoamericana puede contribuir a la construcción de un pensamiento crítico e independiente en la región.

Cuenta con 14 años de experiencia en dirección de escuelas de música, orquestas y ensambles dedicados a géneros andinos, latinoamericanos y de contenido social. Ha profundizado en la composición y los elementos estéticos y políticos de este arte. Entre sus proyectos destacados en Antioquia se encuentran la dirección de la Banda Provincia de Cártama y su participación en programas pedagógicos de Iberacademy Medellín.

Actualmente, desarrolla su tesis doctoral, donde investiga cómo el arte latinoamericano, desde la música hasta las narrativas históricas, puede develar una historia oculta, proponiendo enfoques innovadores para la enseñanza de las Ciencias Sociales y una reinterpretación crítica de la historia continental. 

El tema en el que actualmente trabaja se centra en el contraste entre la historia oficial y una historia oculta. En su estudio de la historia oficial, generalmente encuentra una versión que legitima o perpetúa el poder de las clases dominantes, sustentada en argumentos que justifican su autoridad. A diferencia de esto, la historia oculta busca revelar aspectos y perspectivas marginadas. En este contexto, considera que la Nueva Canción Latinoamericana juega un papel importante, despertando en la conciencia colectiva una sensibilidad diferente a través de su escucha. De este modo, las personas pueden desarrollar una sensibilidad renovada en la que se diversifican sentimientos, ideas, ideologías, arquetipos, estructuras de ser y formas de sentir, abriendo nuevas posibilidades para la sociedad.

Apoyándose en la tesis de Marx de que "los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo" (Engels & Carlos Marx 2006, p. 57), Cristian propone que la Nueva Canción puede legitimar otras corrientes de pensamiento. Esto contribuiría a la construcción de una historia no oficial, que también podría integrarse en la enseñanza de las Ciencias Sociales, permitiendo a los estudiantes explorar ambos lados de la historia: la versión oficial y la versión oculta.

Su marco referencial se centra en la Nueva Canción Latinoamericana, que abarca desde México hasta Chile. Algunos de sus principales exponentes incluyen a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. En particular, en México aporta un representante destacado: Gabino Palomares, un músico y escritor de gran calibre crítico, cuyas canciones, como "La maldición de Malinche", interpretada junto a Amparo Ochoa, expresan una aguda crítica al colonialismo, siguiendo la línea de pensamiento de Aníbal Quijano, un filósofo y sociólogo peruano. Otros referentes son los grupos Inti-Illimani y Quilapayún de Chile; Los Harkas y Grupo Pasajeros de Colombia; y Yari, una agrupación de Medellín. En Argentina, se destacan músicos como Quinteto Tiempo y Atahualpa Yupanqui, quienes han contribuido a crear una corriente de música crítica que propone una nueva historia latinoamericana y una sensibilidad renovada.

Desde un enfoque teórico, sus composiciones e investigaciones musicales se sustentan en el pensamiento de varios autores influyentes, entre ellos Aníbal Quijano, uno de los pioneros del pensamiento crítico latinoamericano, y Boaventura de Sousa Santos. También se apoya en Herbert Marcuse, con su teoría de la unidimensionalidad, y en otros pensadores fundamentales como Enrique Dussel, Walter Mignolo y Santiago Castro-Gómez. Además, su trabajo académico se inspira en los grandes teóricos de la Escuela de Frankfurt, siendo Walter Benjamin y Theodor W. Adorno los autores más relevantes en su formación.

Uno de los proyectos más importantes que ha desarrollado es la reconstrucción de la "Cantata de Santa María de Iquique", una obra que intenta revivir una historia oculta en Chile. Este proceso fue impulsado por la caja de compensación Comfama, que apoyó la creación de una versión reducida de la obra, presentada en Medellín. Esta iniciativa permitió experimentar con públicos que no conocían la historia, generando una conmoción profunda en los espectadores, quienes, en algunos casos, llegaron a llorar al descubrir una historia desconocida para ellos.

Otra experimentación relevante fue su trabajo con la Agrupación Cerro Bravo del municipio de Fredonia, donde desarrolló clases de composición. Estas clases abordaron las convenciones estilísticas y armónicas de la música latinoamericana, explorando aspectos como la melodía, la rima, la silabificación y la métrica. Este trabajo culminó en la creación de varias canciones como:  

"Cerro Bravo Caminito de Piedra, Los Colores del Amor"

(https://www.youtube.com/watch?v=fgApE29LvO0)


"El Barranquero"

(https://www.youtube.com/watch?v=GqFMYwQH_FA)


"Camino a Colombia - Cerro Bravo"

(https://www.youtube.com/watch?v=pe81FKptok4&t=39s)


 (Estas canciones están disponibles en Spotify y son el resultado de este proceso de experimentación estilística y compositiva.)

Cristian Camilo Hurtado Blandón presenta en su obra una fusión enriquecedora entre la filosofía y la música, integrando un compromiso político y cultural profundo hacia América Latina. Su trabajo resulta atractivo al articular varios valores esenciales en su exploración de la nueva canción latinoamericana como herramienta de reflexión crítica.

Esta propuesta crea un puente entre las convenciones de la música de protesta y las formas académicas de composición, permitiendo una reinterpretación de obras como La Cantata de Santa María de Iquique, en la que el espectador experimenta una conexión emocional intensa con la historia representada.

Al emplear una estética sonora única en géneros tradicionales como el tinku y la chacarera, su música adquiere un carácter distintivo, despertando la sensibilidad. Aquí, la sensibilidad se entiende como la capacidad de la música para resonar en el oyente de manera inmediata, sin la mediación de un conocimiento técnico previo.

Esto convierte lo sensible en un punto fundamental de su obra, que se percibe como una experiencia compartida y directa, en la que los valores culturales y políticos se transmiten a través de la sonoridad y la estética, sin depender de explicaciones externas. Cada nota, ritmo y silencio comunica una idea o sentimiento que se percibe intuitivamente, creando una comunicación artística profunda y efectiva que envuelve a los espectadores en una relación estrecha con la obra.


jueves, 6 de febrero de 2025

Turismo, cultura y trabajo: impresiones de un caminante cotidiano de la calle 10.





Por: Fabián.


La moraleja de vivir aquí es que pa´ donde mires tienes que subir - AlcolyrikoZ


Un lento desfile de rostros, maletas y bolsos me envuelve desde que salgo de la estación El

Poblado. Al bajar las escaleras y pisar el concreto, uno juega a ser el delantero que esquiva

a sus rivales para llegar a la meta, luego está el tropel del semáforo en verde para los

transeúntes y la calle sin señalización, donde riñen la viveza con la buena voluntad de los

conductores. Se oye un pregón grabado anunciando “el rompe colchón”, “el siete balazos”,

“el vuelve a la vida”: se trata de los beneficios del consumo del chontaduro.


Avanzo cuesta arriba y la avalancha humana cuesta abajo. Solitarios, en pareja o en combo;

relajados, afanados o cotilleando algo entre risas; ha culminado una jornada laboral, una

rutina de ejercicio o algo nuevo está por emprenderse, vaya uno a saber. A lado y lado de

las aceras se puede notar la variedad de empleos informales, dispuestos en una chaza o en

el suelo, si se trata de artesanías. Son ciudadanos colombianos, indígenas y migrantes

venezolanos, algunos con la compleja necesidad de subsistir en las condiciones que

presenta la calle; en el caso de los indígenas y sus niños, más allá del hambre y el asfalto,

deben huir constantemente de la policía de infancia y adolescencia. Siendo ya de

madrugada les veo correr con corotos y menores a sus espaldas, y la patrulla al acecho.


A mi juicio, lo que aparece antes del parque de El Poblado no es bastante estimulante a la

vista, como sí lo es lo que viene dos cuadras antes de llegar al Parque Lleras; casas de

cambio, casinos, tiendas sexuales, tiendas de fumar y licorerías. Es todo un catálogo que

detona la imaginación tanto del nacional como del visitante y que representa un paisaje

general de lo que El Poblado puede ofrecer.


No menos que todo esto, me sorprenden también los avisos publicitarios y lo sugestivos

que pueden llegar a ser, los analizo en plena marcha, ¡tanto!, que puedo tornarme

conspiranóico. Hay uno en especial que me llama la atención, porque lo veo en distintas

partes de la ciudad exhibido en vallas enormes: “lo tuyo es el ron”. Pienso que, como

sociedad, condenamos abiertamente el uso de determinadas sustancias y otras las vemos

todavía con recelo, no dejan de ser un tabú; no sucede así con el licor. Cuando uno viaja en

el Metro puede ver que frecuentemente sus vagones y estaciones están adornadas con

anuncios de ron o de aguardiente; decir “lo tuyo es el ron” es resolver el primer dilema de

todas nuestras celebraciones: “¿ron o guaro?”. Me sitúo mentalmente en un contexto de

fiesta e inmediatamente salta a la vista cierto dicho popular bastante underground: “Nadie

huele en seco”. Eso decimos los antioqueños, “por favor pase” dice el semáforo parlante de

la avenida El poblado. ¿Será que son paranoias mías?

Continuo mi marcha dejando atrás el Parque de El Poblado y me topo con una tienda de

recuerdos. Allí hay ponchos, ruanas, tazas con mensajes alusivos a Colombia y a Medellín,

replicas pequeñas de chivas y camisetas que dicen “Parce”, “Qué chimba” o “El patrón del

mal” con una foto de Pablo Escobar.

¿Por qué está ahí esa camiseta?, ¿quién la comprará?, ¿la usará cuando la compre?

En lo personal, no he visto a nadie de fuera llevándola, más fácil a personas de acá; con una

gorra Fox, unas gafas Oakley y varios escapularios.


He conversado con personas que viajan al exterior y se enfadan cuando alguien, al decirle a

que son colombianos, de una les responda, “ah, sí, Pablo Escobar”; en vez de eso, esas

personas han esperado a que, de entrada, les hablen de García Márquez. Cuando empecé a

estudiar alemán, la gente cercana me decía “heil Hitler”, ¿debo enfadarme porque obvian la

existencia de un Goethe, Hölderlin o un Kant? Ni al caso, soy de los que prefiere mostrar

con amabilidad otros horizontes de sentido, así no me entiendan ni jota, al fin y al cabo, es

un camino emprendido en solitario.


Monos de ojos claros y azules, a prima facie son todos gringos para nosotros, aunque

naturalmente hay entre ellos franceses, ingleses, alemanes, españoles y demás. No es

común a todos, pero suelen ir por ahí desaliñados, con ropa sucia, arrugada y en sandalias,

¿por qué es tan atractivo para ellos Colombia y en especial Medellín? He conocido distintas

razones, entre las que destacan los paisajes, la gente, la comida, las rumbas y, a pesar de

que no lo digan a voz en cuello, la facilidad para conseguir drogas de todo tipo.


Si bien todas las personas a las que me refiero poseen la condición de extranjeros –

condición que tienen también los venezolanos, cuyas formas de habitar en nuestro país se

asemejan bastante a las nuestras – no son todos turistas, ya que no todos están aquí

disfrutando de sus vacaciones. Algunos están erradicados, total o parcialmente, amparados

en la figura del nómada digital, puesto que el empleo remoto les permite la movilidad a lo

largo y ancho del mundo; se les puede ver en entornos sociales con sus dispositivos en

mano resolviendo asuntos laborales. La disponibilidad que deben tener está sujeta a los

husos horarios de diferentes latitudes.


Yo trabajo en un bar de salsa y de bachata, el trato con ellos es algo cotidiano. Me agrada

sobremanera cuando hacen algún esfuerzo para comunicarse en castellano; cuando no, trato

de zanjar la cosa con expresiones simples en inglés, y, a pesar de que entiendo la

importancia de expresarse en otro idioma, cuando la comunicación es inviable, me siento

extranjero en mi propia tierra. ¡Aaaah!, pero algo de simpático tiene cuando se dirigen a

uno de “parce”, “¿qué más?”, “¡qué chimba!”, es un esfuerzo válido para entrar en

confianza y convertir el rato el algo ameno.


Pienso en todo y en nada: en cómo sería mi vida en otro país, en cuál habrá sido la vida

pretérita de extranjeros, migrantes, indígenas, prostitutas, trabajadores ambulantes y

formales …en fin. Acabo de salir a tomar algo de aire, adentro se mezcla el retumbar de los

parlantes con el aliento cervecero, sudor, y axilas malolientes; son de ellos y de nosotros.

Me espera una larga noche.


domingo, 2 de febrero de 2025

Al mundo le falta un tornillo.


Por: C. Carmona Salas.


Era una mañana de domingo. Desde las altas colinas de San Antonio de Prado se

divisaba la mole de concreto arropada por un cielo cristalino de verano. Queriéndole hacer

el quite a las rumiaciones sobre el lenguaje, me puse los audífonos para escuchar la

canción que Fer Herrera —un talento inmenso como la Catedral de Nuestra Señora de

Luján, pero modesto como el kiosco de la esquina junto a aquel monumento— nos había

compartido esa semana, para promocionar el programa de Filoparchando sobre la idea

del lunfardo y sus posibilidades transgresoras. Encendí la motocicleta y enfilé rumbo al

centro de la ciudad.

Todo el mundo está en la estufa, triste, angustia’o y sin garufa, melancólico y

corta’o. Se acabaron los robustos, y hasta yo que daba gusto, cuatro kilos he

baja’o…

Contrario a mis expectativas, no logré desligar del flujo de mis pensamientos la pregunta

por el lenguaje. Donde quiera que pasara, el mundo se me presentaba como signo, y en

mi recorrido por las calles de tráfico sereno, intentaba leer con el rabillo del ojo lo que

encontraba a mi paso: rostros, gestos, señalizaciones, muros con variopintas figuras y

colores.

Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar un

trampolín. Si habrá crisis, bronca y hambre, que el que compra diez de fiambre hoy

se morfa hasta el piolín…

¿Cómo es posible que haya lenguaje? ¿Será el hálito que Yavhé exhaló en el rostro de

Adán; acaso el fuego que nos legó Prometeo; o quizás el fruto de una larga búsqueda

humana tras la quimera de la comprensión? Pensando en esto, recordaba lo que dijo

Wittgenstein a cerca de los problemas de la filosofía, que en realidad no eran más que

absurdos nudos del lenguaje. Con la idea de juegos del lenguaje como filtro, empecé a

ver el mundo de un modo más pragmático y, omitiendo la pregunta por el origen, me

centré en el “para qué”. Ante mí un semáforo cambió de color. Conozco las reglas de este

juego determinado y me detuve a la sombra de un florido tulipán africano. Inmersos en el

juego de la miseria, una pareja de migrantes —con un carajito de brazos y un cartón

garabateado con palabras— a paso lento exhibían su tragedia en medio de los vehículos

que aguardaban la señal que les permitiría dejar atrás aquel doloroso espectáculo que ya

se nos tornó paisaje.

¿Qué sucede? ¡mama mía! Se cayó la estantería, o San Pedro abrió el portón. La

creación anda a las piñas, y de pura rebatiña, apolilla sin colchón…

“La pared y la muralla son el papel del canalla”: así reza un viejo refrán. Pero si el

lenguaje tiene un “para qué”, el grito de protesta que se plasma en cada mural o grafiti

representan una de las tantas formas en que el arte trasgrede las convenciones sociales

para denunciar y visibilizar situaciones de injusticia, para darle voz y reconocimiento a

aquellos que nunca lo han tenido. Así pues, la ciudad es un hervidero de discursos e

interpretaciones en constante disputa, y valiéndose cada uno de los medios con que

cuenta, intenta llevar el conglomerado de sus propios prejuicios a los diferentes

escenarios donde se juega lo político.


El ladrón es hoy decente y a la fuerza se ha hecho gente, pues no encuentra a

quién robar. Y el honrra’o se ha vuelto chorro, porque en su fiebre de ahorro él se

afana por guardar…

En la avenida Ferrocarril a la altura de la estación Cisneros, viro a la derecha para tomar

la calle Maturín. En las veredas del sector de El Hueco lucen cerradas las persianas de

los comercios, que hace un par de semanas permanecían abiertas y atiborradas de

gentes haciendo sus compras de temporada. La soledad de los habitantes de calle

irrumpe aquí y allá, dando un aspecto marginal y peligroso al corazón de esta metrópoli.

Al llegar a Bolívar, dirijo una mirada circunspecta al viejo Salón Málaga y reconozco allí un

par de rostros familiares. Aparco y voy a su encuentro. El aire bohemio que envuelve

aquel lugar me trae el aroma de un viejo bandoneón. Poco a poco llegan los invitados

mientras adecuamos un espacio para la grabación del programa. ¡Que empiece la

función! Las palabras entraron en juego tras el preludio musical, y las ideas se fueron

tejiendo entre los participantes de aquel encuentro de amigos.

Hoy se vive de prepo y se duerme apura’o, y la barba hasta a Cristo se la han

afeita’o…

Hay juegos de juegos en el ámbito humano. Hay unos quizá inocentes, pícaros, de reglas

simples o complejas, de consecuencias individuales e intrascendentes, pero los hay

también con implicaciones colectivas de gran calado, en los que se precisa de malicia,

astucia y tacto para realizar cada movimiento. Esto en la arena política, que ya no sólo se

trata de la plaza pública o los espacios gubernativos, sino que se ha extendido al terreno

mediático digital. Y en estas disputas entre los diferentes discursos ideológicos, parece

que lo que en realidad importa es quién tiene la razón, mas no la verdad.

Hoy se lleva a empeñar al amigo más fiel. Nadie invita a morfar, todo el mundo en

el riel...

Al caer la tarde pensaba en el caso del mural Las cuchas tienen razón, y la manera en

que una manifestación del arte popular se convirtió en todo un quilombo mediático, del

que unos y otros quisieron sacar provecho en el juego político local, para tornarse una

importante discusión a nivel nacional, en el marco de los hallazgos de la Unidad de

Búsqueda de Personas Desaparecidas en el sector de La Escombrera en la comuna 13

de Medellín. Una vez en casa me dispuse a descansar, sin pensar que otro juego de

lenguaje de calibre internacional empezaba a crispar las relaciones diplomáticas entre el

cacique de El Imperio y el poeta anarquista de El País de la Belleza. Sin comerlo ni

beberlo, desperté en un mundo sobre el que se cocinaba una pelea de toche con

guayaba. Definitivamente:

Al mundo le falta un tornillo, que venga un mecánico a ver si lo puede arreglar*.

(*Enrique Cadícamo, 1932)

Desfinanciación y desinformación: una fórmula contra la emancipación.


Por: Filoparchando 


El 14 de noviembre se llevó a cabo la gran marcha realizada por los estudiantes de la UdeA para exigir soluciones ante la desfinanciación que sufre la educación pública y en especial nuestra alma mater, la cual, corre el riesgo de cierre. Simultáneamente, ese día, mientras la marcha arrancaba por la portería de Barranquilla, dos personas entregaban volantes en las afueras de la portería de Ferrocarril, convocando a una marcha el 16 de noviembre en pro de la independencia de Antioquia. Estos transmitían en vivo por YouTube mientras entregaban volantes a los estudiantes que por ahí transcurrían, y decían: “¡nos separamos de Colombia! Asista a la marcha…” pero también decían cosas como: “que estudiantes tan maleducados y así pidiendo plata, ese era un profesor y tampoco saludó”. Además, desinformaban diciendo “allá en barranquilla están haciendo una marcha pro palestina” o “es una locura, la universidad está en crisis y los estudiantes están exigiendo la privatización”.

 Es claro que estas interpretaciones amañadas, que desinforman y satanizan la realidad de la UdeA, están guiadas por los intereses de clase de aquellos poderosos que se les ocurre independizarse de la realidad social del país y que quieren privatizar lo público como solución a todo. Estos, se valen de los medios de comunicación hegemónicos para nublar la realidad acerca de la crisis de la u, pues en últimas, son enemigos del pensamiento crítico que se gesta allí a partir de la educación para el pueblo. 


En efecto, para no incurrir en estas informaciones falsas y develar la problemática real por la que atraviesa la Universidad de Antioquia, es importante analizar las circunstancias que la están empujando al precipicio económico, a saber, por una desfinanciación de 348.095 millones de pesos. Sin embargo, no se puede perder de vista que estos estragos son producto de una estructura social que está en función de los intereses del poder hegemónico. Por ello, habrá que remitirnos a la raíz del asunto, a saber: la Ley 30 de 1992, “por la cual se organiza el servicio público de la educación superior”. Dentro de este marco legal se definen los principios fundamentales de la educación pública, se estipulan los objetivos, que estriban en promover la formación integral, la investigación, el desarrollo científico, la calidad educativa, el carácter y la autonomía de las Instituciones de Educación Superior, a la vez que define aspectos sobre los programas académicos y los procedimientos de fomento, inspección y vigilancia de la enseñanza, etc. El problema radica en que los aportes presupuestales del Estado, dictaminados por el artículo 86 y 87 de la Ley 30, resultan insuficientes para el sostenimiento que en la actualidad requiere la  Universidad de Antioquia, debido al aumento progresivo de su cobertura y los constantes cambios económicos y sociales del país desde el año 1992. Aun así, ningún ente gubernamental ni estatal parece dispuesto a asumir la responsabilidad de los gastos básicos universitarios, ni a solventar los temas salariales correspondientes a la formación docente y a la producción académica, desencadenando así una profunda grieta en la estructura universitaria.


Y es que tanto la alcaldía de Medellín, como la gobernación de Antioquia se han lavado las manos sobre su responsabilidad ante la desfinanciación, y culpan al gobierno nacional. Nos encontramos pues ante un conflicto de intereses políticos que va nutriendo cada vez más la crisis de la UdeA, el cual ha sido tergiversado por los diferentes medios de comunicación tradicionales, cuyo discurso se encarga de perpetuar los intereses de la clase dirigente que siempre ha tenido en sus manos el destino de la educación pública superior. Lo preocupante es la instrumentalización de esta coyuntura financiera para polarizar la opinión pública frente a la UdeA, y así luego introducir la lógica de lo privado como única salvación. Una muestra, es la manera como la administración pretende hacer frente a la crisis, ejecutando un plan de austeridad que terminará perjudicando a trabajadores, docentes y en general a la calidad de la educación superior pública. 


El análisis sobre la crisis de la UdeA denota una realidad innegable: la educación, derecho fundamental y piedra angular de cualquier nación, sigue siendo relegada frente a prioridades estatales como por ejemplo, las fuerzas armadas. La situación de la UdeA ilustra cómo el marco jurídico de la Ley 30 de 1992 resulta obsoleto, porque los recursos asignados no han evolucionado acorde con los cambios económicos. Esta desfinanciación amenaza la calidad educativa, un elemento esencial para el desarrollo de pensamiento crítico y la transformación social. El destino de la educación superior pública, entendida como salvación de una sociedad, queda comprometido por el abandono del Estado, que además enmascara la realidad con la manipulación mediática. Esto demanda un llamado urgente a revalorizar la educación como prioridad estratégica y unificar esfuerzos en defensa de su carácter público y emancipador.

Frente a las protestas que emergen como grito colectivo por la defensa de la educación pública, se hace imprescindible canalizar estas movilizaciones hacia propuestas concretas que no solo evidencien las fallas estructurales del sistema, sino que también construyan alternativas viables. Entre estas, la exigencia de una reforma profunda a la Ley 30 se presenta como una prioridad, para garantizar un modelo de financiación que respalde las necesidades reales de las instituciones educativas y salvaguarde su autonomía. Es fundamental reclamar con firmeza aquello que nos ha sido negado históricamente: el derecho a una educación digna, crítica y transformadora, entendida no sólo como un servicio, sino como la base de una verdadera justicia social. ¿A quién beneficia un pueblo alienado y privado del acceso al conocimiento? Sin duda, a quienes perpetúan un orden injusto que necesita de la ignorancia para permanecer…

Ante la desinformación y manipulación mediática, el papel de los medios contrahegemónicos es sumamente importante, pues su valor estriba en que son una voz  alternativa, a la hora de enunciar la realidad de aquellos que nunca han sido escuchados. Un pueblo que piensa, que cuestiona y que se organiza es un obstáculo para los intereses de las élites que buscan mantener el status quo. Por ello, la lucha por la educación debe entenderse como una lucha por la emancipación misma. Construir la utopía exige enfrentarnos a estas estructuras de opresión y, desde el pensamiento crítico, exigir no solo reformas, sino una transformación que permita edificar un futuro equitativo y justo.