Por: Wilder Carmona
Si se aspira a participar en un juego se deben conocer previamente sus reglas para no ser penalizado y conseguir entender su sentido, así pues los jóvenes de aquella época se valieron del uso que se le da a nuestro idioma castellano para empezar a denominar los elementos cotidianos, por ejemplo, a varias palabras le cambiaron el orden de sus sílabas como a Camisa = Misaca o Bogotá = Tabogo, otras conservaban sólo su primera sílaba, Nada = Naranjas-Natilla, también resultaron expresiones de acuerdo al contexto, Pasar de agache = Sortear una situación sin llamar la atención, pero como vemos todas las palabras pueden ser interpretadas según ciertas reglas del lenguaje que ya están implícitas, haría falta entonces de cierta perspicacia o intuición para descifrar su uso dentro del juego, he aquí lo divertido del asunto ¡un acertijo!
Lo curioso siempre será la naturaleza variable del lenguaje dependiendo de las situaciones del entorno donde es utilizado, en Medellín por aquella época se respiraba un ambiente de desolación implantado por el narcotráfico y las guerras urbanas, también las pocas oportunidades y el crecimiento excesivo de la población a raíz de la migración campesina cambiaron a la ciudad para siempre junto con lo que respecta a su lenguaje, surgió entonces el dialecto de los marginados.
Las condiciones de vida que se sorteaban por esos días originaron una atmósfera hostil en la ciudad, todos sospechaban de todos y muchas personas fueron asesinadas por hablar imprudentemente, había cierto recelo entre los mismos habitantes que quizás suscitó el encriptamiento de las comunicaciones y la creación de un lenguaje diferente. Acción que nos pertenece como humanos es por tanto la inventiva en medio de las adversidades, que según Wittgenstein (1967): “ Se dice a veces: los animales no hablan porque les falta la capacidad mental. Y esto quiere decir: “no piensan y por eso no hablan”. Pero: simplemente no hablan. O mejor: no emplean el lenguaje, si prescindimos de las formas más primitivas del lenguaje. Ordenar, preguntar, relatar, charlar pertenecen a nuestra historia natural tanto como andar, comer beber, jugar” (p.187.). El hombre ha creado su propio lenguaje y lo reinventa de vez en vez según sus propias necesidades a diferencia de los animales, que tienen sistemas de comunicación dependientes de su instinto y de las herramientas que les ha proveído la misma naturaleza, situación que ha permanecido inalterable desde hace millones de años, por tal razón las personas desde la creatividad reconstruyen el edificio del lenguaje pero sin dejar de vista los cimientos que se fundamentan en las reglas de ese juego.
En el Medellín de aquel entonces las personas de las clases populares tal vez no eran conscientes de su participación en un juego que más adelante influenciaría a todo un país, pues la mayor parte de los colombianos en otras regiones han incorporado en su lenguaje coloquial expresiones del parlache, aquí podríamos hablar de una forma de vida o entramado social en el cual todos sus individuos comparten actividades y costumbres, circunstancia que dio lugar a la aparición del entorno propicio para el adiestramiento de todos los participantes del juego, es evidente que la situación que vivía Medellín también repercutió en el resto del país y eventualmente cada individuo iría adoptando al parlache dentro de su propio lenguaje.
Los problemas que reinaban por aquella época crearon en la mente de los jóvenes originarios de los sectores marginales una visión de mundo totalmente diferente a la de las clases media y alta, y desde su nueva perspectiva inventaron nuevas palabras que conservaban en el fondo cierto sentido lúdico, pues lo curioso del asunto fue que las palabras inventadas mantuvieron algún parentesco con las formas tradicionales del lenguaje, tal condición Wittgenstein (1967) la nombra en las investigaciones cuando dice: “ ¿Por qué llamamos a algo número? Bueno, quizá porque tenga un parentesco directo con varias cosas que se han llamado números hasta ahora; y por ello, puede decirse, obtiene un parentesco indirecto con otras que también llamamos así. Y extendemos nuestro concepto de número como cuando al hilar trenzamos una madeja hilo a hilo. Y la robustez de la madeja no reside en que una fibra cualquiera recorra toda su longitud, sino en que se superpongan muchas fibras” (p.229.) Así mismo muchas palabras fueron creadas desde un concepto unívoco en relación con los diferentes contextos como veremos a continuación.
En las iglesias de la antigüedad había un encargado de hacer repicar las campanas con el fin de dar aviso o anunciar algo, el campanero, así mismo se nombró en el parlache al que advertía con algún sonido el arribo de la ley a los barrios donde se realizaba el expendio de drogas. También utilizaban muchas onomatopeyas, por ejemplo en vez de la palabra “balacera” decían “tastaseo” haciendo referencia al ¡taz-taz! o ruido que producen las armas al ser disparadas y de ese mismo contexto surgió la palabra “traqueto” para referirse a la persona que está inmersa dentro del mundo de las armas y la mafia con la onomatopeya ¡traque! En el uso de las palabras y la invención de las mismas podemos evidenciar una especie de juego muy original y didáctico, tanto así que otros países de habla hispana reconocen esta curiosidad en el lenguaje común de la región antioqueña que ha sido muy difundido a través de series y novelas de narcos.
Es muy común encontrar comunidades que dependiendo de sus procesos históricos, fueron incluyendo en su lenguaje nuevos modismos o expresiones para así crear dialectos que se transforman en nuevos idiomas, por eso la importancia de aceptar la flexibilidad en el lenguaje y sobretodo de desligar las palabras de su significado porque ellas son como las personas, mientras unas mueren otras nacen, por algo son incluidas en la RAE cada vez más palabras y con frecuencia encontramos varias formas de nombrar a un objeto dentro de un mismo idioma, caso específico le ocurre al Español y su riqueza lexical gracias al aporte de las diversas culturas colonizadas por los ibéricos.
Muchas palabras del parlache ya fueron incluídas en la RAE lo que nos da testimonio del carácter no fijo del lenguaje: “ la expresión “juego de lenguaje” debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o forma de vida” (p.185.) Mientras el hombre permanezca vivo continuará transformándose junto con su lenguaje, la interacción entre semejantes da pie para la inventiva de nuevos juegos del lenguaje de acuerdo a la demanda de las comunicaciones. Quizás en un futuro será necesario jugar con otra forma de vida inteligente donde tan sólo sea cuestión de llegar a un acuerdo en las reglas.
Bibliografía
Luz Stella Castañeda. (2005). El Parlache: Resultados de una investigación lexicológica, facultad de comunicaciones, Universidad de Antioquia. Bogotá. FORMA Y FUNCIÓN
Ramiro Montoya. (2001). El parlache, Jerga de marginados. Madrid. VISION LIBROS.
Ludwig Wittgenstein. (1967). Investigaciones filosóficas. Inglaterra.